Del 8 al 19 de julio se materializó una propuesta que presentamos hace más de 6 meses, enfocada en llevar a cabo la primera escuela de género y economía en Colombia exclusivamente dedicada a profesoras y profesionales del país. Este proyecto no solo fue el más importante en mi agenda como Directora del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Javeriana, sino que se convirtió en el proyecto más importante de mi vida académica.
El proceso de puesta en marcha se inició en enero, con la organización de los programas de las dos semanas de clase, elección de las profesoras que iban a ser invitadas como ponentes, convocatoria para seleccionar a las 25 participantes de la escuela y diversos otros asuntos, de orden administrativo y logístico, habituales en este tipo de eventos. En ese proceso nos enfrentamos a un gran número de retos, todos superados con el apoyo de un excelente equipo de trabajo, que acompañó la planificación y organización desde el inicio. La Escuela de Verano fue un proyecto al que le dedicamos todas nuestras energías y ganas, intentando lograr la mayor calidad académica posible y en busca de un impacto real en la sociedad colombiana. Hoy tenemos la satisfacción de saber que logramos nuestro objetivo.
Muchas cosas hacen de este un proyecto especial. Hace 5 años obtuve el título de doctorado y puedo decir que, en el lustro transcurrido, tiempo en el que tuve la oportunidad de ser profesora y directora del departamento, he tenido el gusto de involucrarme en muchos proyectos e iniciativas, pero ninguno como este. De entre las múltiples facetas y detalles que hacen única la experiencia, me conmovió y todavía me conmueve el impacto que tuvo la escuela en las personas que participaron en ella. Todas las participantes mostraron un compromiso que superó nuestras expectativas. Durante 10 días las participantes asistieron a la Pontificia Universidad Javeriana, donde se enfrentaron a arduas horas de clases y de trabajos prácticos. Sin embargo, hasta al último día, cada una de las participantes mantuvo el interés y las energías. La principal razón de este interés, creemos, fue la temática de la escuela. Desde el primer día nos vimos enfrentadas a una realidad, la economía feminista, ha existido desde hace 50 años, pero muchas de nosotras nunca habíamos oído hablar de esta escuela. Aprendimos que los modelos que tratan sobre el comportamiento de los hogares presentan serias limitaciones. Una, muy evidente, es la contradicción entre el agente que de forma individual maximiza su utilidad cada vez que interactúa en el mercado, pero que cuando entra a la esfera del hogar se convierte mágicamente en un agente benevolente que maximiza las utilidades en conjunto de los miembros del hogar. Por otro lado, nos cuestionamos si las preferencias de los agentes son exógenas o determinadas por diferencias naturales o son moldeadas por las sociedades. ¿Qué es lo que hace que tradicionalmente se considere que las mujeres son más productivas en labores domésticas mientras que los hombres lo son en el mercado laboral? ¿Esta diferencia en las productividades se explica realmente por ventajas comparativas naturales o es la sociedad la que se ha encargado en determinarlas? Todas estas son preguntas y temas de implicaciones inmediatas en el trabajo académico de cualquier persona en la profesión económica, pero con alcances de enorme actualidad y relevancia para la sociedad en su conjunto.
También nos vimos enfrentadas a otra cruda realidad: mientras las mujeres le dedican un número desproporcionado de horas al cuidado del hogar, para los hombres estas horas son despreciables. Durante varios días aprendimos sobre la economía del cuidado, esa economía que está completamente invisibilizada y que recae principalmente en las mujeres, limitando la participación de estas en el mercado laboral, pero que es una pieza fundamental para el funcionamiento de toda la economía. También aprendimos que los impuestos y el gasto del gobierno en lugar de cerrar las brechas existentes entre hombres y mujeres, en muchos casos, las exacerbaran.
Son temáticas apasionantes, urgentes y merecedoras de un debate honesto, fundado en el reconocimiento de la necesidad de abordarse en la academia, el sector público y la industria. No pretendo resumir en esta entrada todo lo que se aprendió en la Escuela de Género y Economía, porque espero que las mismas participantes lo hagan en este blog, contribuyendo a involucrar e interpelar a muchas más personas en los temas relacionados con género y economía. En tal sentido, espero que esta escuela abra el camino a muchos más proyectos colaborativos, dedicados a cada una de las temáticas que se trataron y que este sea tan solo un primer paso para la construcción de una red de género y economía en el país. Desde ahora declaro mi compromiso incondicional para que esto no sea solo un sueño sino una realidad.
Aprovecho esta entrada para agradecer nuevamente a todas las personas que hicieron posible este proyecto. A Paola Silva, por una maravillosa coordinación hecha desde el corazón y con plena convicción. A Lilia Salgado, por lograr surtir todos los pasos administrativos. A María Floro y a Alma Espino, por su labor en la coordinación académica de todas las sesiones. A todas las profesoras que aceptaron la invitación a participar en la escuela y compartir de manera generosa sus conocimientos. Finalmente, a todas las participantes de la escuela por haber asumido el reto y por comprometerse a seguir por este camino en el futuro. ¡Muchas gracias por todo lo alcanzado hasta hoy y por los retos que seguiremos y seguimos enfrentando!
Publicado por
Paula Herrera-Idárraga
Profesora Asociada
Directora Departamento de Economía
Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
Pontificia Universidad Javeriana
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