Este año participé en la primera Escuela de verano en Género y Economía realizada en Colombia, y conocí la Economía feminista. Este encuentro fue revelador y revolucionario. Revelador porque me ayudó a reconocer que en todos los años que estuve estudiando en facultades de economía en distintas universidades nunca escuché hablar sobre esta rama de la Economía. Y revolucionario porque sacudió mis ideas sobre la Economía clásica, la perspectiva de género y la forma en la que esta profesión tan masculinizada ha intentado lidiar con el tema de género en nuestro país: a través de cursos aislados que llegan a pocos estudiantes.

Podría argumentar que las facultades de Economía están empezando a reaccionar y a entender la importancia de estudiar la Economía con perspectiva de género al ofrecer clases como la de “Desarrollo y Género” en la Universidad de los Andes o más recientemente, el seminario “Género y Economía” en la Universidad Nacional. Sin embargo, este escenario me lleva a pensar que al final de estos cursos solo un puñado de estudiantes se autoseleccionará para analizar temas económicos con una perspectiva de género, lo cual podría resultar en un ámbito académico estrecho para promover la inclusión de género en la Economía. Este sería el peligro de estudiar Economía feminista en el aislamiento.

Considero que el tema de género no debería estar reservado para aquellas personas que por coincidencia o decisión llegan a este espacio (marginal), sino que debería estar expuesto deliberadamente por las facultades a todo y toda economista. Que así como debemos aprender sobre cómo la pobreza y la desigualdad afectan el desarrollo y el crecimiento económico, aprendiéramos que el tema de género afecta sustancialmente las dinámicas económicas y todas las decisiones que se toman alrededor de éstas.

Soy una economista con maestría en economía, y durante los ocho años de estudios de pregrado y maestría jamás escuché mencionar la rama de la Economía feminista, ni siquiera como un comentario al aire, en cualquiera de las cinco clases de microeconomía, cuatro clases de macroeconomía o cualquier cantidad de clases avanzadas de política fiscal, monetaria, comercial, etc. A medida que avanzaba la Escuela de Verano y cada vez nos expandíamos más en los más diversos espacios de análisis económico me preguntaba por qué incluso en mis clases de Historia del pensamiento económico del siglo XX hablábamos de corrientes de pensamiento como la Economía del comportamiento que tiene sus raíces en la Psicología o la Economía experimental que viene de…. y no de la Economía feminista. Incluso empecé a plantearme justificaciones como “Quizás en mis currículos se incluyeron corrientes como estas porque surgieron en los 60s y 70s, y la Economía feminista solo fue reconocida como una corriente de pensamiento económico hasta finales de los años 80”. Pero incluso este argumento me pareció flojo al reconocer la velocidad con la que en las últimas décadas se mueve la información en el ámbito global. Para cuando entré a la universidad ya se habían acumulado dos décadas de trabajo académico en Economía feminista e incluso se había fundado una revista académica.

Mi propósito con este escrito, además de hacer una crítica a las facultades de Economía del país que no han tenido un rol más activo en incorporar en sus currículos el tema de género, es hacer un llamado a que se empiece a reconocer e incluir la Economía feminista como una corriente de pensamiento económico dentro de nuestros syllabus no solo de Historia del pensamiento económico sino de microeconomía, de macroeconomía y de varias de las clases electivas y obligatorias que conforman los currículos de Economía. Mi llamado es a asumir la Economía feminista como una corriente que aporta críticas progresistas y útiles al avance de la Economía como Ciencia social, y no como un tema desligado de los conocimientos básicos con los que se supone todo y toda economista debe contar al final de sus carreras. O ¿será que necesitamos que una feminista se gane un Premio Nobel de Economía para que por fin se empiecen a incorporar estos temas en los currículos?

 

Publicado por

Catalina Rey Guerra

Coordinadora de Proyectos en la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes.

 

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